Lantieri &
Barudy postulan que “cuando los niños aprenden y dominan las habilidades
sociales y emocionales, esto les ayuda no solo en la escuela, sino también en
todos los aspectos vitales, si los padres y los hijos practican y emplean estas
habilidades en casa, los efectos son doblemente beneficiosos”
Una de las
características del ser humano, es la capacidad de desarrollar, desde que nace,
una serie de emociones que lo acompañaran por el resto de su vida. En los niños
estas capacidades deben ser desarrolladas con ayuda de sus padres para que
logren un correcto desarrollo afectivo y emocional, lo cual les permita en un
futuro empatizar con quienes los rodean, afrontar las situaciones de estrés y
evitar algunos problemas de conducta.
Los niños
deben aprender a manejar sus emociones desde pequeños, por lo cual es
importante que en los ámbitos donde este se desenvuelve, escuela y hogar, se le
entreguen las herramientas necesarias para que estos puedan identificarlas,
expresarlas y regularlas.
Un niño que ha
tenido un buen desarrollo emocional será un adulto capaz de aprender de sus
errores, resolver conflictos de manera asertiva, confiado de sí mismo y con una
alta autoestima, lo cual le permitirá interactuar con su entorno de manera
exitosa.
Por lo tanto,
desarrollar estas habilidades, desde la primera infancia, permitirá que de
adultos seamos capaces de controlar
impulsos, regular estados de ánimo, empatizar con el otro y mejorar los vínculos.
Por otro lado, a futuro se ha demostrado
que quienes logran estas habilidades alcanzan un excelente rendimiento laboral.
Lantieri L. & Goleman D.(2009) Inteligencia emocional
infantil y juvenil. España: Aguilar